El desarrollo de aplicaciones ha recorrido un largo camino desde los días del código de máquina y las tarjetas perforadas. Pero incluso con los modernos lenguajes de programación de alto nivel, el proceso de diseño, codificación manual, pruebas y depuración de aplicaciones es largo, costoso y requiere desarrolladores altamente cualificados.
Tradicionalmente, el departamento de IT central servía como centro para el desarrollo de aplicaciones. Sin embargo, a medida que las organizaciones buscan automatizar más partes del negocio y ejecutar más y más rápido, los departamentos de IT con recursos limitados se ven abrumados por el número de solicitudes de más soluciones. Se da prioridad a las aplicaciones y servicios que afectan directamente a los clientes o que se utilizan en toda la empresa.
Cada vez más, las empresas miran más allá de la TI tradicional alentando a los usuarios no técnicos (llamados ciudadanos desarrolladores) a desarrollar sus propias soluciones. ¿Qué está haciendo posible este cambio radical?
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